¿Tienes intolerancia a la fructosa? ¡Puede ser SIBO!

La Intolerancia a la Fructosa: Diagnóstico de Intolerancia a la Fructosa.

En esta ocasión os traemos un post sobre un tema que cada vez está más en boga, la intolerancia a la fructosa y el sobrecrecimiento bacteriano.

Cada vez vienen más a la consulta personas que han sido diagnosticados de intolerancia a la fructosa. ¿Cómo se diagnostica a alguien de intolerancia a la fructosa? Generalmente, las personas visitan a un médico digestivo aquejados de dolor de barriga, dolor en la boca del estómago, diarreas y/o estreñimiento, que las comidas le sientan mal, dificultad en las digestiones, etc.

Por lo general, la primera reacción suele ser enviar un medicamento que facilita el vaciado gástrico, es decir, la velocidad a la que la comida pasa por el estómago para que la digestión sea lo más rápido posible, e incluso un medicamento que haga que toda la comida esté poco tiempo en el intestino delgado también. El diagnóstico generalmente suele ser dispepsia funcional. Dispepsia funcional suele traducirse como malas digestiones sin razón aparente.

Sin embargo, el paciente sigue aquejado de los mismos síntomas y la situación no mejora.

   ¿Qué hace generalmente una persona que todo lo que come le sienta mal? Empieza a quitarse alimentos ultraprocesados como chucherías, bollería, comidas muy copiosas como hamburgueserías o pizzerías y bebidas azucaradas. Esto mejora un poco los síntomas. Evidentemente, toda esta clase de productos y alimentos sientan mal generalmente a todo el mundo, por lo que cuando desaparecen de la dieta las digestiones son mejores y el paciente va a estar mejor.

Sin embargo, pasado un tiempo, el paciente vuelve a tener los síntomas que tenía antes. Además, cada vez van empeorando y volviéndose más pronunciados. De manera que el paciente vuelve a visitar al médico. Se suele realizar la prueba de intolerancia a la lactosa, una gastroscopia o colonoscopia, y no se suele encontrar nada grave. A veces, el paciente puede tener un resultado positivo para la prueba de intolerancia a la lactosa.

Una vez nos encontramos aquí el paciente ya no come ultraprocesados ni ningún alimento que contenga lácteos, pero no mejora del todo. ¿Qué hacemos ahora que comemos más o menos bien y seguimos sin mejorar? En esta ocasión, el paciente empieza a aumentar su consumo de frutas y verduras de una manera increíble limitando el resto de alimentos. Y es cuando empieza a encontrarse peor que nunca. Esto es lo que termina de confirmar que probablemente el paciente tiene intolerancia a la fructosa. Ahora que el consumo de frutas y verduras se ha elevado, el paciente está peor. Una vez que vuelve al médico, y este escucha el relato, rápidamente se le pide una prueba de intolerancia a la fructosa.

¿Qué prueba se hace para diagnosticar la intolerancia a la fructosa?

La prueba que se indica por norma general es el “test de intolerancia a la fructosa por aire expirado”. Es el más sencillo. Requiere una preparación previa que consiste en:

  • No tomar antibióticos el mes antes de realizar la prueba porque podría contaminar los resultados y por tanto invalidar la prueba.
  • No tomar alimentos que produzcan mucho gas el día antes de la prueba. Deberíamos excluir alimentos como verduras o legumbres.
  • La noche anterior de la prueba, únicamente ingeriremos proteínas. Por ejemplo carne magra o pescado blanco. Si eres vegetariano te recomiendo que consumas una tortilla de claras de huevo. Si eres vegano, seitán a la plancha sería lo mejor, o quorn o heura, pero en un caso más extremo te recomendaría no tomar nada porque en esta opción alimentaria es difícil obtener proteína “pura” sin tener también otras sustancias y así evitamos contaminar la prueba.
  • El día de la prueba, se debe ir en ayunas, incluso sin beber agua, sin fumar, sin usar pintalabios, sin masticar chicle, etc.

Ya en el lugar de la prueba, se tendrá que beber un líquido rico en fructosa, y no presencia de hidrógeno.

¿Cómo puedo saber si tengo intolerancia a la fructosa?

Una vez hemos realizado la prueba, los resultados se expresan en una gráfica de la siguiente manera de forma aproximada. Por supuesto, cada laboratorio tiene su propio diseño.

Cuando el paciente es intolerante a la fructosa, en lugar de absorberse, la fructosa viaja por el tracto digestivo y es fermentada en el intestino grueso. El aire que libera la fermentación se expulsan en forma de gases, en forma de eructos, y también en la respiración. Ese gas expulsado, por tanto, es medido y cuantificado.

En la línea gris, vemos el caso de una persona que si absorbe bien la fructosa. Al absorberse bien, no se fermenta ninguna cantidad de fructosa en el intestino grueso y por tanto no se produce gas que deba ser expulsado en la respiración. Al medir el aire exhalado por el paciente, no hay diferencias entre lo que expulsaba antes de tomar la fructosa y lo que se expulsa tras tomarla.

¿Qué hago si tengo intolerancia a la fructosa?

El tratamiento para la intolerancia a la fructosa como tal será protagonista en otro de nuestros posts, pero a continuación detallamos los primeros pasos que se pueden dar cuando hemos sido diagnosticados de intolerancia a la fructosa.

La primera de ellas es informarse bien y buscar un dietista-nutricionista especializado que pueda asesorarnos en esta nueva situación. Debe quedar claro que ser diagnosticado de intolerancia a la fructosa no hace que desaparezcan nuestros dolores y síntomas. Debemos hacer cambios en nuestra dieta que van a darnos una calidad de vida muy grande. Los síntomas van a remitir en la mayoría de los casos o al menos se dará una mejora clara.

Ahora bien, es importante dejar claro que la intolerancia a la fructosa es una ventana hacia lo que realmente está ocurriendo. Con esto se quiere decir que la intolerancia a la fructosa, en la mayoría de los casos, suele ser un indicador de que hay algo más que está pasando y que deberíamos buscarlo para poder tratarlo.

                Es importante que hagamos la prueba de sobrecrecimiento bacteriano (SIBO) porque suele ser una de las grandes situaciones que está detrás de una repentina intolerancia a la fructosa. En caso de ser positivo, significa que no “somos” intolerantes a la fructosa, sino que “estamos siendo” intolerantes a la fructosa. Es decir, una vez tratada la situación que nos está provocando la intolerancia a la fructosa, es posible que recuperemos la capacidad de absorción de este azúcar.

Esperamos que os haya resultado útil el post. Son unas pinceladas sobre esta difícil situación de la que todavía se debe aprender mucho. En próximos posts ahondaremos más en el tratamiento dietético de esta intolerancia.

Recordad…

Come bien, vive mejor

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